domingo, 8 de agosto de 2010

EL DIOS DE LO NORMAL


A veces parece más fácil encontrar a Dios en lo especial, en lo diferente, en lo extraordinario. En una experiencia única, en una amistad increíble, en un acto de heroismo, en una cruz tremenda...

Pero lo cierto es que también está en lo cotidiano, en lo que ocurre cada día, en el hoy. Y es importante aprender a verlo ahí.

Porque Tú Señor, eres el Dios de lo normal, de las horas tranquilas, de las relaciones serenas, de los gestos sencillos, de las melodías familiares, de las pequeñas alegrías y de las renuncias discretas.

Aunque a veces nos cuesta darnos cuenta. Parece que siempre tengamos que estar sintiendo mucho, viviendo mucho, experimentando algo nuevo, diferente. Parece que de otro modo, estaríamos encerrados en una vida vulgar.

Pero en realidad lo que es un poco tonto es valorar sólo lo especial, o creer que eso es lo que da sentido a la vida. Pero hay muchas vivencias cotidianas, que si lo pensamos bien, son algo grande: el pan nuestro de cada día, la palabra (llena de posibilidades), el buenos días al levantarnos, la sonrisa de aquel con el que nos cruzamos, las inquietudes por cosas sencillas...

Que aprendamos a valorar lo normal. Que aprendamos a descubrir al Dios del día a día.

Esta reflexión está inspirada en una agradable conversación mantenida en una cálida noche, con María Rojas, Marce, Maleni y López.

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