En la Eucaristía de este domingo se nos decía: ¿Qué hacéis mirando al cielo?... sin duda una buena pregunta porque tal vez, muchas veces en nuestra vida nos quedamos mirando al cielo, nos paramos en nuestra búsqueda y esperamos a que "nos caiga algo"...
Quizás en muchas ocasiones tengamos la tentación de quedarnos disfrutando el momento, con esa sensación de lo bien hecho, de lo que hemos logrado y nos contentamos con la comodidad de lo conseguido, que aunque sea poco, ya nos parece bastante...
Pero nuestra vida es una continua búsqueda, un continuo encuentro con Cristo resucitado, con ese Dios-Amor que murió sin tener ninguna posesión, pero que nos entregó TODO en la Cruz, como descubrimos en la última oración del grupo...
Podemos caer en la tentación de la rutina, de caminar por la propia inercia de nuestros pasos, de dejarnos llevar y entonces, seremos como esos galileos que miraban al cielo.
Como grupo de jóvenes, nuestro caminar siempre ha de ser alegre, constante, disfrutando con cada paso que se da, sin miedo a las dificultades del camino, a las renuncias y a ir contracorriente.
No debemos olvidar nunca que Dios camina junto a nosotros y que para Él es nuestra alabanza, cada canción que nuestra alma canta, cada baile que como en la Vigilia Pascual hacemos en honor a Él, sólo por Él y para Él.
No miremos al cielo, más bien miremos nuestro interior para descubrir en él lo que hay, para que lo poco o lo mucho que tengamos, lo pongamos al servicio de los demás, para que descubramos que bien merece la pena darlo todo por amor, por ese amor que nos hace gritar. ¡CRISTO VIVE!
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