lunes, 1 de marzo de 2010

UN DIOS QUE MODELA MI BARRO

Si nos miramos, seguro que apreciamos que hemos cambiado mucho en la vida, desde que eramos pequeñ@s hasta hoy.

Hemos conocido gentes, hemos compartido historias, hemos tenido aciertos y algún que otro descalabro...

Y ahora debemos ser conscientes que cuando nos hemos dejado acunar o sacudir, cuando hemos dejado que su palabra llegue hasta nuestras entrañas, entonces Él nos ha cambiado.

Pero somos lent@s y a menudo sord@s y perezos@s. Nos atascamos en mil asuntos que no nos dejan vivir a tu manera. Nos vemos débiles...

Menos mal que sabemos que Él no se cansa de modelarnos, que nos va transformando con manos firmes. Él sabe dónde nos quiere...

Sigue curvado sobre mí, Señor,
remodelándome, aunque yo me resista.
¡Qué atrevido pensar que tengo yo mi llave!
¡Si no sé de mí mismo!
Si nadie como tú puede decirme lo que llevo en mi adentro.
Si nadie puede hacer que vuelva de mis caminos
que no son como los tuyos.
Sigue curvado sobre mí tallándome
aunque a veces, de dolor te grite.
Soy pura debilidad -Tú bien lo sabes-
tanta, que a ratos, hasta me duelen tus caricias.
Lábrame los ojos y las manos,
la mente y la memoria,
y el corazón -que es mi sagrado-
al que no te dejo entrar cuando me llamas.
Entra Señor, sin llamar, sin mi permiso,
Tú tienes otra llave, además de la mía,
que en mi día primero Tú me diste
y que empleo, para cerrarme.
Que sienta sobre mí tu "conversión"
y se encienda la mía del fuego de la tuya
que arde siempre, allá en mi dentro.
Y empiece a ser herman@,
a ser human@, a ser persona.

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