domingo, 4 de abril de 2010

¡RESUCITÓ! ¡ALELUYA, ALELUYA!

¡Aleluya, aleluya! Éste es el grito que desde hace veinte siglos, dicen hoy los cristianos, un grito que traspasa los siglos y cruza continentes y fronteras.

Alegría porque Él resucitó. Alegría para los niños que acaban de asomarse a la vida y para los ancianos que se preguntan a dónde van sus años, alegría para los solitarios que consumen sus vidas en el silencio y para los que gritan su gozo en la ciudad.


Como el sol se levanta sobre el mar victorioso, así Cristo se alza encima de la muerte. Como se abren las flores aunque nadie las vea, así revive Cristo dentro de los que le aman.

Su resurección es un anuncio de mil resurrecciones... Cantemos y alegrémosno.

Acerquémonos al pan que en el altar anuncia el banquete infinito, a ese pan que es promesa de una vida más larga, a este pan que nos anuncia una vida más honda.

Él no nos deja solos en un mundo sin rumbo...

Hay un sol en el cielo y un sol en las almas.

¡Aleluya! ¡Aleluya!